La nevera es uno de los electrodomésticos indispensables en un hogar, ya que la conservación de los alimentos en frío es una de las maneras de prevenir intoxicaciones o enfermedades por proliferación de bacterias o descomposición de las comidas. Existen rincones más frescos que otros en el artefacto y la puerta es uno de los que está en constante cambio de temperatura.
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Melocotones
Uno de los alimentos que jamás debes guardar en la puerta de la nevera son los melocotones. En realidad tienes que evitar conservarlos en el artefacto por más de 5 días, ya que, según un estudio de la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM), estas frutas pueden perder hasta el 50% de sus propiedades beneficiosas, como por ejemplo el contenido de vitamina C, según información recogida por el portal La Vanguardia.
Huevos
Otros alimentos que no debes colocar en la puerta del electrodoméstico son los huevos. Si bien el diseño de muchas marcas de neveras suele tener el espacio superior para depositarlos, lo ideal es disponerlos en otro sitio del frigorífico donde el frío sea estable. Este producto natural tiene una cubierta porosa que puede dañarse con los cambios de temperatura, hecho que puede suceder al abrir y cerrar la puerta permanentemente.
Cebollas
Con la cebolla sucede algo parecido a los melocotones. Este bulbo debe conservarse en un sitio fresco y seco, pero no en la nevera, ni mucho menos en la puerta del artefacto. Siempre que se coloquen en un sitio sin contacto con otros alimentos y a temperatura ambiente, este vegetal durará en casa en buen estado varios días. Lo que sugiere la profesora Ángeles Carbajal, quien es titular de Nutrición en la Universidad Complutense de Madrid, es conservar este producto natural en el frigorífico solo si se ha cortado. En ese caso, debe consumirse a la brevedad.
Los que pueden cambiar su textura y sabor
El chocolate y los tomates son otros alimentos que jamás deberías colocar en la puerta de la nevera. Mientras que el primero debe conservarse en un sitio fresco y a temperatura ambiente, porque pueden originarse burbujas que afecten el sabor, textura y aroma del producto (se cristaliza la manteca de cacao); el segundo pasa por un proceso similar de cambio molecular y podemos encontrar un fruto totalmente distinto en consistencia al que compramos.