Las migas son uno de los platos emblema de nuestra cocina y no importa qué región lleva la delantera con el origen, se come igual en todos lados por su humildad, su efecto saciante y su potente sabor. Pero también existe la versión portuguesa o, como también se le denomina al plato, las migas a la alentejana.
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Este plato español con popularidad en el resto del mundo, es ideal para los meses de frío, dado su aporte calórico y de hidratos de carbono. Lo cual prepara al cuerpo con reservas de energía para afrontar mejor las bajas temperaturas. Además, al contener carne como la del cerdo, las migas españolas aportan proteínas.
Si bien en el territorio nacional el plato se suele hacer siempre de la misma manera, con algunos ingredientes más populares que otros: migas de pan (en lo posible de tipo candeal), harina de trigo, sémola, ajo, aceite, carne de cerdo y vegetales; existen variaciones según la región de España y los alimentos de temporada y proximidad.
Por su parte las migas portuguesas, tienen su origen en un sitio específico: Alentejo. De ahí es que proviene su otra denominación, utilizando el gentilicio de esta región de Portugal. Este plato se caracteriza por la textura rígida y bien densa del pan, y la carne de cerdo proveniente de cortes magros y las costillas.
Cómo diferenciar las migas españolas de las alentejanas o portuguesas
Para preparar las migas portuguesas, es necesario freír la carne de cerdo con oliva y ajo, y luego agregar el pan para que se termine de cocinar todo junto y servir de la misma manera. Una de las diferencias clave con las españolas es el adobo que hacen en Portugal: allí el cerdo se deja macerando 24 horas antes de la cocción con comino, orégano, sal gruesa, ajo, pimentón, aceite, laurel, vino blanco y vinagre. Por otro lado, el otro factor es el pan. Mientras que en territorio español este alimento es el principal de la receta y comienza primero su cocción; en el otro país es un complemento de lo cárnico que se añade luego.