La principal función del hielo seco es la de almacenar y transportar alimentos, medicamentos y algunos productos perecederos. Posee determinadas características que hacen que sea la mejor alternativa para conservar, pero a diferencia del hielo tradicional, el hielo seco no es recomendable comerlo y te vamos a contar por qué.
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El hielo seco no debes comerlo nunca. De hecho, tampoco deberías tocarlo sin guantes, ya que su temperatura suele encontrarse en torno a los -78° C por lo que podría provocarte algunas quemaduras en la piel. De hecho, es por eso que la industria farmacéutica lo utiliza para mantener medicamentos y vacunas a baja temperatura.
A esta altura ya sobreentenderás cuál puede ser el riesgo de ingerir hielo seco. En pocas palabras puedes provocarte graves quemaduras en el esófago o el estómago, provocándote lesiones internas graves y en definitiva poner en peligro tu vida. No solo eso: si se inhala puede provocar hipoxia, hipoxemia y asfixia.
A diferencia del hielo de agua que todos tenemos en casa (a pesar de la crisis del hielo vivida este verano), el hielo seco no se derrite, así que en el caso de tomarlo o de inhalarlo tu corazón y tu cerebro no obtendrán la cantidad de oxígeno que necesita para sobrevivir. Lo más seguro es que entres en coma rápidamente y tu corazón deje de latir.
Y para consecuencias menos graves, es lo suficientemente frío como para matar células de hasta 1/4 de pulgada de profundidad y puede causar congelación y quemaduras que, si no se tratan, el hielo seco puede provocar gangrena en las partes de la piel o del cuerpo que hayan estado en contacto con el hielo.
Cómo está compuesto
El material congelado no es más que dióxido de carbono solidificado (en otras ocasiones puede transformarse en bicarbonato), en cantidades anormales es un riesgo y puede matar si se inhala: el aire normal está compuesto de hecho por un 0,04% de dióxido de carbono, pero la exposición a 5000 partes por millón (es decir, 0,5%) puede crear un exceso de CO2 en la sangre. Además, ingerir la sustancia puede reducir rápidamente el oxígeno en los pulmones causando dificultad para respirar y la muerte.