Uno de los errores que puedes cometer al comprar una sandía es elegirla mal y llevarte una decepción y frustración por haber perdido tiempo y dinero. Puedes saber si está dulce y jugosa, si cuando golpeas suave con tus dedos, suena como a “hueco”. Que no tenga grietas, marcas o cortes en la piel, también es un factor que debes tener en cuenta para llevarte una fruta sabrosa a tu casa.
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Tirar la piel de la sandía es otro error en el que puedes caer. Esta parte de la fruta es muy nutritiva y es comestible también. Es ideal para preparar batidos y mezclarla con otros alimentos frescos. Tu cuerpo agradecerá ese aporte extra de vitaminas, minerales y aminoácidos. Puedes hacer una bebida con la cáscara y menta; o puedes hacer ensaladas con pepino o cebolla.
Si eres de los que compra la sandía en trozos en tiendas, puedes estar cometiendo otro error. Esta forma de vender la fruta, a veces no pasa por los controles necesarios para garantizar que no corras el riesgo de consumir bacterias, hongos u otros microorganismos. La manipulación y las altas temperaturas pueden ser nocivas, haciendo que compres un alimento en mal estado.
En sintonía con lo mencionado anteriormente, debes lavar la cáscara antes de cortarla en tu casa. En la piel de este alimento se pueden acumular bacterias que provengan de excrementos de aves. O incluso puede tener restos de fuertes y tóxicos fertilizantes. Lo ideal también es que utilices diferentes cuchillos para la sandía: uno para cortar la carcasa y otro para intervenir la pulpa.
Finalmente, debes saber que otro error en el consumo de esta fruta es comer muchas cantidades, si tienes insuficiencia renal crónica. El motivo reside en el alto contenido de potasio que tiene este alimento. Además, es rico en fructosa y su ingesta debe ser medida si padeces el síndrome del colon irritable.