La lasaña es un tipo de pasta, el cual se suele servir en láminas superpuestas intercaladas con capas de ingredientes al gusto, más frecuentemente carne en salsa boloñesa y bechamel. Su origen es italiano, pero con el correr de los años ha podido traspasar las fronteras y hoy es una de las preparaciones más consumidas en todos los hogares.
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La masa es la responsable de mantener la estructura de nuestra lasaña. No importa con qué harina o receta la realices, o incluso si la compraste precocida, siempre existe el miedo o temor a que se rompa y nos arruine la presentación de nuestro plato. Es por eso que en la siguiente nota te traemos 3 trucos para que eso no pase.
Uno de los problemas más frecuentes es que las láminas de nuestra lasaña se peguen entre ellas al hidratarlas, y el otro, que se rompan por haberse pegado. Para que eso no ocurra te recomendamos utilizar papel film. Para realizar esto, debemos buscar un recipiente lo más ancho posible. De esta forma no tendremos que superponer nuestras placas.
Con la bandeja o recipiente listo, colocamos las primeras placas, las cubrimos con agua templada y colocamos sobre ellas un trozo de papel de film que las cubra por completo. De esta forma, podremos poner la siguiente capa de placas de lasaña, cubrirlas con agua y repetir el proceso.
Otro truco es untar las placas de nuestra lasaña con aceite de oliva, mantequilla o margarina. Te recomendamos realizarlo con la ayuda de algún pincel de cocina. Además, en el caso de que utilices mantequilla o margarina, la misma deberá estar a temperatura ambiente. De esta forma se deslizará con mayor facilidad.
Por último, la lasaña perfecta es aquella cuya estructura no se desmorona. Esto suele suceder porque colocamos muchas placas en el molde. Lo mínimo y lo más recomendable son 4 capas, de lo contrario, si colocamos más placas no soportará su peso y las placas comenzarán a romperse y desarmarse.