Cuando tenemos la necesidad de comer mariscos no perdemos el tiempo y vamos a un supermercado y compramos el congelado. Para una rica paella nada mejor que el pescado este lo más fresco posible, como si fuese recién salido del mar.
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Pero no siempre pasa que el mercado cuenta con un marisco recién salido, más bien pareciera que lleva semanas en esa heladera. Por eso en la pescadería más cercana a nuestro hogar, vamos a encontrar un pescado mucho más fresco que le dará un sabor increíble a cualquier receta que quieras utilizar.
Si optamos por este pescado recién salido del mar, ya tenemos que congelarlo para evitar que se nos estropee. Y es tan importante el proceso de congelación como el de descongelación porque si lo hacemos mal es muy probable que estemos comiendo mariscos en mal estado y pues, no solo tendrá un sabor horrible sino vamos a tener problemas de salud.
Lo primero que debemos hacer antes de meter el marisco en el congelador tenemos que prepararlo. Si lo que vamos a congelar son centollos, nécoras o bogavantes hay que cocerlos en agua dulce. Cuando estén cocidos, empapamos un paño de cocina en el agua de cocción, envolvemos el marisco y lo cubrimos con una capa de papel film. Listo para meterlo en el congelador. Eso sí, siempre con las patas para arriba, para evitar que se desparramen los jugos.
Si lo que vamos a congelar son langostinos, camarones o cigalas podemos hacerlo ya cocidos o no y en cuanto a las ostras y los percebes no es buena idea congelarlos, ya que pierden gran parte de su sabor. En el caso de los bivalvos, cuando los vayamos a congelar nos debemos asegurar de que estén vivos, por lo que debemos inspeccionar a fondo si hay ejemplares muertos antes de meterlo al congelador.