Escrito en TENDENCIAS el
¡Atrás amantes de la limpieza excesiva! Os invito a bajar vuestras fregonas, esponjas y detergentes para cuestionar uno de los mayores preceptos de una casa limpia: Combinar cloro y jabón para lavar los trastes. Esta es una práctica del año de la pera, sin embargo, sigue siendo de las más empleadas debido a su “eficacia”. Pero antes de seguir con esto, tal vez querráis darle una miradita a lo que dicen los expertos.
¿Por qué no hay que mezclar el jabón y el cloro para lavar los trastes?
El portal de food and wine nos advierte que mezclar estos elementos puede ocasionar lo siguiente:
- Pierde su eficacia: Una de las principales razones por las que se suelen mezclar estas dos sustancias es por la idea de que se potencializan sus efectos desinfectantes y la verdad es que sucede todo lo contrario. A nivel químico sus componentes pueden neutralizarse, perdiendo así su efectividad. El modo en el que interactúan los componentes puede ser bastante impredecible, por lo que sus efectos podrían desatar alguna reacción alérgica.
- Daña tus utensilios: Aunque ninguna de las dos sustancias son lo suficientemente potentes como para afectar o corroer agresivamente algunos materiales como el metal, pueden afectarlos cambiándolos de color o quitándoles el brillo.
- Contamina el agua y los alimentos: Es cierto que el cloro ayuda a desinfectar y eliminar algunas bacterias de los alimentos siempre y cuando se administre en cantidades correctas. Sin embargo, al mezclar cloro con jabón para trastes corremos el riesgo de no enjuagarlos correctamente y dejar residuos en los trastes que podrían contaminar los alimentos. Además, el cloro es un alto contaminante para el agua, impactando de forma muy negativa en el medio ambiente.
- Tiene consecuencias para la piel: Si no usas guantes para lavar los trastes, mezclar cloro con jabón puede irritar y manchar tu piel. El cloro es considerado un agente irritante, por lo tanto su uso excesivo puede ocasionar lesiones, sobre todo cuando se está en contacto prolongado con él. Finalmente, el cloro libera compuestos tóxicos llamados cloraminas que ocasionan daños a los pulmones y al hígado, estas cloraminas son cancerígenas con el paso del tiempo.
¿Cómo lavar los trastes adecuadamente?
- Lo ideal es ir fregando lo que se pueda mientras estáis cocinando, pero, si no es posible hacer todo a la vez, al menos hay que ponernos en ello al terminar la comida. Si postergáis el fregado no solo se quedará la comida reseca, y será más difícil eliminar la suciedad, además crearéis la situación perfecta para que los patógenos campen a sus anchas por vuestros trastos. Para evitar eso hay que enjuágarlos con agua y unas gotas de lejía.
- Debéis retirar la mayor cantidad de restos de alimentos antes de poneros a fregar. Es mejor usar un raspador o una espátula para retirar los trozos más rebeldes que meterlo todo en el fregadero y que se acumulen los tropezones.
- Si tras este proceso sigue quedando comida incrustada, probad dejando la olla o sartén rebelde en remojo con agua hirviendo, opcional podéis agregar bicarbonato de sodio. La estrategia más respetuosa con el medio ambiente para lavar los platos es tener una pila o barreño con agua caliente y jabón para remojar y lavar los platos, cambiando el agua según sea necesario, y reservar la otra pila para realizar un enjuague final cuando hayáis terminado. Esto es mucho mejor que lavar cada pieza bajo el agua corriente, de esta manera estáis ahorrando agua y unos cuantos euros. Cuánto más caliente esté el agua más fácil será disolver y eliminar la suciedad.
- Fregar con guantes es ideal para protegernos las manos, pero es importante limpiar y secar estos después de cada uso y no guardarlos hechos un ovillo, lo que facilita la proliferación de bacterias. Además, hay que cambiarlos al menos una vez al mes.
- Para evitar la acumulación de suciedad en el fregadero, es mejor empezar lavando los artículos menos sucios, como vasos, copas y cubiertos, para seguir con los platos y boles y acabar con las ollas y sartenes, que es lo que más esfuerzo requiere. Esto te permitirá cambiar con menos frecuencia el agua del barreño con jabón.
- Existen muchos tipos de estropajos, y todos tienen sus ventajas y sus inconvenientes. Los de tipo “nanas” son quizás los más limpios, pues no acumulan tanta agua y, por ende, tienen menos capacidad de albergar bacterias. Sin embargo, son poco recomendables para superficies delicadas como pueden ser las de las sartenes. En este caso es mejor usar estropajos de tipo esponja, pero es importante limpiar estos después de cada lavado y cambiarlos con frecuencia. Una esponja o una bayeta pueden convertirse en un nido de microbios si no se pasan por lejía regularmente antes de ponerlas a secar.
- Los trapos de cocina deben lavarse los más a menudo posible a sesenta grados, y jamás deben reutilizarse si están húmedos. No hay nada de malo en poner a secar los platos en un soporte, pero si está lleno, es mejor secar lo que no quepa con un trapo limpio e ir guardando la vajilla. Esto es especialmente importante para las sartenes de hierro fundido que se oxidan fácilmente: deben secarse inmediatamente después de lavarlas.
- Lo ideal es que, después de lavar los platos, se limpie el fregadero con un estropajo enjabonado y agua, finalmente hay que secarlo con un paño ya que es la mayor zona de riesgo higiénico de la cocina. El hecho de ser una zona húmeda, sumado a la presencia de restos de alimentos, representa un ecosistema para el rápido desarrollo de microorganismos. Recordad: si váis a usar cloro, hacedlo sin combinar cualquier otro producto y en un lugar ventilado.