Las patatas fritas son un placer culinario que no entiende de edades, clases sociales y mucho menos de dietas. Nadie se resiste a ellas, ya sea como picoteo o como guarnición son un manjar. Sin embargo, la culpa nos carcome cuando nos acercamos a las frituras cuando en verdad pretendemos adelgazar.
No hay que satanizar a las patatas fritas, lo que sucede es que en cuanto pruebas una, ya no hay salida, pues necesitas comer más y más.
En esencia, esta tapa solo contiene de hidratos de carbono, grasas y un poco de sal. Pero si decidís aderezar las patatas con salsas, las calorías bombardearán tu organismo sin piedad.
¿Cómo ha evolucionado la patata frita?
Ha ganado sabor, pero también han aumentado el azúcar, la sal y el aporte calórico de este plato humilde e internacional, sea en cualquier de sus formatos. Las más finas se bautizaron como chips y las gruesas y en bastones, lo que concebimos como patata frita, se convirtieron en las french fries o fries. Eso no significa que solo haya esa opción de corte, ya que las patatas bravas exigen un corte generoso irregular.
Por eso, veremos que la clave para hacer patatas fritas saludables, está en prestar atención en la cocina. El tipo de cocción, el aceite e incluso el corte nos darán las pautas para que picotear con ellas no se convierta en un pecado mortal y un aumento irreversible en nuestro peso.
¿Cuáles son los beneficios de comer patatas?
Muchos dietistas y nutricionistas recalcan que podemos incluir patatas en nuestro menú de manera diaria, ya que cuenta con valores nutricionales muy interesantes.
La patata es un tubérculo que aporta hidratos de carbono complejos vitaminas como la C y la B y minerales como ácido fólico, potasio, magnesio y hierro. Incluso se pueden consumir con piel, adecuadamente lavadas, para aprovechar al máximo la fibra. En cualquier caso se recomienda cocinarlas con piel porque al pelarlas se pierden parte de los nutrientes.
La ración de patatas recomendada depende de la persona. Como mencionábamos, puede consumirse diariamente siempre y cuando no desplace la ingesta de otros alimentos que también juegan un papel fundamental, como frutas y verduras. Es decir, hay que reducir la cantidad para dejar espacio a otros productos, por ejemplo, pueden ser un 25% de nuestro plato, reservando otro 25% para la proteína, y el 50% para frutas y verduras.
¿Qué evitar a la hora de comer patatas?
Los alimentos fritos nos encantan. Y no es de extrañar, esta forma de cocinar a altas temperaturas permite que el plato obtenga una textura crujiente y un sabor más atractivo.
Desgraciadamente, esta forma de cocinar es poco saludable, por lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS), recomienda que el consumo de alimentos fritos debería ser ocasional. Lógicamente, los hervidos, cocidos o las cocciones al vapor serán siempre y por definición, más saludables.
Consumidas de manera puntual, las patatas fritas no son perjudiciales, aunque debemos tener claro que la fritura elimina la mayor parte de nutrientes que en ella se encuentran. Por ejemplo, el potasio se encuentra sobre todo en la piel, así que si la quitamos, se perderá. En el caso de la vitamina C, dentro de la patata, las altas temperaturas de la fritura pueden eliminarlas, por lo que consumir patatas fritas apenas sirve para ingerir hidratos de carbono y grasas.
Si concebimos la patata frita como snack y como un alimento puntual, no hay motivos para erradicarla de nuestra vida. Eso no significa que consumirla a menudo no sea potencialmente perjudicial, sobre todo dentro de una dieta incorrecta.
¿Cómo preparar patatas fritas de manera sana?
No tenemos que recurrir a sartén o freidora para elaborarlas. Cocinarlas en el horno trae resultados estupendos ya que no necesitamos mucho aceite en su elaboración. Además del horno, la otra alternativa es recurrir a la freidora de aire. Lo que conseguimos con estas elaboraciones es quitar grasa del resultado final, lo cual se traduce en menos calorías.
La otra solución es darle 2 cocciones primero hay que cocer las patatas y luego reírlas. De esta manera prescindimos de una fritura larga que agrega demasiada grasa a la preparación. De hecho, esta forma es la habitual en las patatas fritas que se destinan a las bravas, que permite una cocción homogénea y simplemente un toque final de fritura, quitando buena parte del aceite de la receta.
En el caso de las patatas fritas en bastones es algo más complejo por el tipo de corte, pero bastará con no cocerlas del todo, sino dejarlas un poco menos hechas, así no se romperán en la sartén.
La alternativa de la freidora de aire también es interesante, ya que se puede conseguir un resultado similar a la fritura sin una sola gota de aceite, de ahí a que este pequeño electrodoméstico esté conquistando cada vez más hogares. En cuanto al acompañamiento, lo ideal, según los expertos, es combinarlas con verduras y alguna fuente proteica de calidad como las legumbres, huevos, carnes blancas o pescados.
¿Cuál es la patata perfecta?
Hay variedades que se prestan mejor a ser fritas, aunque lo más importante es la edad de la patata. En el caso de las patatas nuevas, de cualquier variedad, son más duras y tersas, lo que propicia que su almidón no esté degradado. No quiere decir que una patata vieja sea mala, sino que la textura comenzará a ser más blanda y harinosa, por lo que tendrá una mayor facilidad para absorber los aceites. En este caso, si encontramos ciertas variedades como la agria, la monalisa o la kennebec, tendremos buenas patatas para freír.
¿Cuál es el corte perfecto?
Es una sencilla cuestión de tamaño: a patatas más grandes, más tiempo de cocción. Por eso, si estás buscando patatas más sanas, apuesta por el formato chips o por bastones más finos. A evitar en este caso, bastantes muy gruesos o patatas gajo.
¿Cuál es el aceite más recomendable?
Sea un aceite de oliva virgen extra, un aceite de oliva refinado o un aceite de girasol, las opciones para la fritura son amplias. El de oliva da más sabor a la fritura, lo que a veces no nos convence al paladar y además es más caro. Tengamos en cuenta que no solo va a importar el tipo de aceite, sino cómo lo utilicemos. En cualquier caso, las virtudes nutricionales de un aceite de oliva virgen extra se pierden con las altas temperaturas, por lo que no importa recurrir a un aceite de algo menos de calidad.
Sobre esto, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) recomienda elegir entre aceite de oliva, de orujo o de girasol alto oleico, ya que con estos el alimento absorbe menos grasa que con otro tipo de aceite.
La clave del aceite de unas patatas fritas saludables está en no añadirlas cuando el aceite aún esté frío. Si bajamos la temperatura del aceite o no es suficiente, las patatas fritas van a convertirse en esponjas que absorban más aceite y grasa. En ese sentido, la temperatura de fritura debe estar en torno a los 180º centígrados.
Si has cumplido con estos pasos, tendrás patatas fritas más ligeras de lo habitual. Ahora, no añadas una tonelada de sal. De hecho, si buscas otras alternativas como especias, piensa en pimentón o en otros picantes frescos o deshidratados como el chile o la guindillas y en hierbas aromáticas secas, las cuales darán gran sabor sin añadir sal.