Ha llegado al sector de la cosmética, la fisioterapia y el cuidado facial un nuevo masaje de estilo japonés que ya está levantando pasiones por sus buenos resultados. Se trata de el masaje facial kobido, una técnica que ya se usaba hace siglos para ayudar a los samuráis a recuperarse tras las duras batallas. En la actualidad, se ha convertido en un masaje que, además de relajar, regenera la piel del rostro y hace que se vea aún más reluciente.
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La magia de los masajes orientales
Los beneficios de los masajes orientales, son más que conocidos. De ahí que cualquier nueva técnica se reciba con los brazos abiertos. El masaje facial kobido se parece al shiatsu pero destaca por ser una técnica con una gran dosis de antiestrés y muy relajante.
Este masaje japonés se caracteriza por aplicarse sobre los músculos internos del rostro. A través de los movimientos rápidos y lentos combinados por el fisioterapeuta, así como de las pulsaciones, se consigue relajar los músculos y dar un efecto antiestrés. Pero, además, reafirma la piel del rostro favoreciendo la circulación y le da brillo y más elasticidad.
Cómo hacer el masaje kobido
El masaje kobido se caracteriza por tener una mezcla de movimientos rápidos y lentos repetitivos que van desde la zona del cuello a la frente, intentando arrastrar y tonificar, con cada movimiento, la zona facial. La forma de dar el masaje es la siguiente:
Primero hay que hacer movimientos envolventes y ascendentes desde el cuello a la mandíbula unas 10 o 15 veces. Posteriormente, se va delimitando la zona de los labios y de la nariz, en la zona del tabique y la zona alrededor de las fosas nasales, ejercicio presión con el dedo corazón hacia el párpado.
Cuando el masaje llega a los ojos, se masajea la cuenta del ojo, las ojeras y la zona de las patas de gallo, con una ligera presión con el dedo corazón. Hay que hacer varias repeticiones. Seguidamente, se masajea la zona del entrecejo, aplicando presión y moviendo el drenaje hacia la frente.
Por último, para acabar el masaje, hay que dar toques enérgicos con las yemas de los dedos de arriba a abajo del rostro. Como toque final, colocar las palmas de las manos huecas en los ojos y respirar con profundidad y retirar las manos del rostro.