Si estás buscando una idea diferente para acompañar tus platos de carne, la salsa inglesa o gravy es una opción tradicional de la gastronomía del Reino Unido, elaborada con extractos procedentes de los jugos de cocción de carnes y verduras. Es similar a una bechamel, pero en lugar de llevar leche como líquido lleva caldo de carne, esa es la diferencia sustancial. Hablamos pues de una mezcla de harina y mantequilla, que luego incorpora todo el sabor de la carne por su jugo. O a veces también hay quien la prepara directamente con pastillas de caldo.
Por supuesto, cuanto mejor sea el caldo de carne, más rica será vuestra salsa inglesa. El mejor consejo es que se haga con un caldo de huesos tostados para que aporte un caramelizado y por supuesto, podríamos pensar en hacerlo con huesos de pollo, o cerdo. A pesar de que se conserva bien, la salsa gravy genera una capa en su superficie en cuanto se enfría así que lo aconsejable es cubrirla con papel de plástico a contacto para que no haya aire y no se pueda formar la película superficial.
Ingredientes
- Mantequilla, 30 g
- Harina, 25 g
- Caldo de ternera tostado, 400 ml
- Pimienta negra molida, 1/2 cucharadita
- Sal, c/s
- Opcional: una cucharadita de Bovril o concentrado de carne
Elaboración
El primer paso de esta receta consiste en, en una sartén honda, derretir la mantequilla a fuego suave para que no salte. Añadir la harina y cocinar a fuego medio removiendo con unas varillas. Tienes que lograr que la harina quede un poco tostada, para que nos aporte tanto sabor como ese color dorado característico.
Una vez conseguido esto, añadimos el caldo caliente y habrá que cocinar a fuego suave removiendo sin parar con las varillas hasta conseguir una textura ligera pero algo densa. Si quisiéramos, podríamos agregar un poco de concentrado de carne en este momento y por último pondremos la salsa inglesa a punto de sal y de pimienta negra.