A todos de chicos (y suponemos que de grandes también) nos gustaba abrir una leche condensada y con una cuchara disfrutarla hasta que no quedase nada. Además es muy utilizada en la repostería, por eso es importante tenerla siempre a mano para algunas recetas. Para que no tengas que salir de urgencia a buscar una cuando se te antoja un postre, hoy te enseñamos a prepararla de una manera casera y con tan solo dos ingredientes. Lee el artículo y toma nota de los pasos. ¡Es una receta muy fácil de hacer!
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Ingredientes
- 300 ml de leche entera
- 200 g de azúcar
Preparación
Para comenzar la receta agarramos nuestro dos ingredientes: ponemos el azúcar en un cazo y añadimos la leche, moviendo bien para que se disuelva, mientras encendemos el fuego. Dejamos que se vaya cocinando a fuego lento, ya que nuestro objetivo es que la leche vaya reduciendo al evaporar el agua. Lo hacemos con el fuego al mínimo para evitar que la leche suba y se desborde.
De vez en cuando, removemos con las varillas, en especial en la zona de los bordes porque ahí se forma la espuma de la nata y se comienza a solidificar. Pasados unos diez minutos, notaremos que la leche va espesando y cambiando de color, pero aún falta mucho hasta tener su textura.
Cuando la leche haya reducido a un tercio de su volumen y si pasamos una cuchara comienza a marcarse un camino, apagamos el fuego, ya que no hay que olvidar que cuando la leche condensada se enfríe espesará un poco más. Aprovechamos que está aún fluida para proceder a envasarla.
Para envasar la leche condensada, puedes utilizar tarros de vidrio esterilizados o botes con junta de goma para que se conserve al vacío o prácticamente así, de forma que no se estropee y aguante unos días en la nevera. Considera elaborar esta receta de vez en cuando ya que es importante destacar que no es un producto saludable, por lo que no es recomendable su consumo excesivo.